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AL REVERSO DE UNA VIDA PACIFICA

A medida que las sombras
devoran la luz y el ronquido de los ajenos
se hace presente
me doy cuenta que moro
en una cueva iluminada de pensamientos

Mi mente me doblega
y no me queda otra alternativa
que contemplar el “reprís” de mi día

Sobre ella
caminan visiones de rostros,
palabras, peticiones abrumadoras,
y al final
todo se vuelve una mueca
que se distorsiona en la quietud de la noche

Retorna a mí
esa sensación de ser foránea en mi propia tierra
en la que mis quijotescos valores
no tienen sentido,
la arrogancia, la ofensa, los bajos instintos
son las normas en este lugar
por eso me deslizo sigilosamente sobre la arista del peligro
buscando una bocanada de aire puro
que me ayude a existir

Reconozco que tengo la frente dura, el puño dispuesto,
el pecho abierto a lo que de frente provenga,
y la espontanea agilidad para meterme en problemas
si de defender a otros se trata

Como resultado de esto:
de vez en cuando me visita la guadaña
la primera vez fue bajo el agua
su visita me dejo inconsciente,
la otra vez me vio con negro cañón
y la última vez me lacero cinco veces
el costado izquierdo
cada vez que se aleja
la sensación que me deja es de frío temblor
siento que muero de a poco con su presencia,
y me debilito cada vez más con su cercanía

Debo escurrirme silenciosamente y abandonar
la que ha sido mi realidad durante años
también me voy a fugar de mi propia agresividad
y borraré de mi mente
las tempestades que me sacuden dentro
para avanzar suavemente
en la superficie de una vida más pacifica