miércoles, 25 de abril de 2007



ECOLOGISTA
San Juan del Sur


Paz, armonía y bien
dones que bendicen
a los habitantes de la montaña

Al comenzar a despertar,
percibo el secreteo de aguas
iniciando pláticas mañaneras

Abro los ojos
con el entusiasmo que provoca
abrir un nuevo regalo,
abandono el tibio lecho
y me interno en la búsqueda
de la abierta y jugosa naturaleza,
que despierta con los primeros rayos de Sol

A lo lejos, vislumbro
la rasposa y compacta pared de bruñida tierra negra

Piedras blancas, cafés, negras y amarillas
todas lisas como piel de bebé
se convierten en sólido colchón
para las incesantes y peregrinas aguas
que se deslizan serpenteantes
en busca de mares más profundos

Es aquí, es ahora donde me descubro
siendo parte de un todo:
de esas aguas sinuosas,
de esos picos de montañas,
del susurro del viento que acaricia las copas de los árboles,
del café -que ha sembrado mi padre ausente -,
convertido en verde alfombra
que cubre y protege al más pequeño de los inquilinos
de esta tierra
del ardiente sol que ha vertido colores sobre mí

En este momento,
soy hormiga arando la tierra,
soy gigante abriendo el cielo,
soy cielo que se convierte en agua,
y agua que se convierte en cielo
y se derrama por la dermis del mundo y la de mis hermanos

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